Desarrollo económico municipal y la huella hídrica
Reynol Díaz Coutiño; Instituto Tecnológico de Culiacán, Departamento de Ingeniería Industrial;
Durante el siglo XX, Sinaloa fue objeto de un importante desarrollo de sus recursos hidráulicos. La construcción de presas, de extensos sistemas de riego, de la infraestructura para el abastecimiento urbano, el control de avenidas, la producción de energía hidroeléctrica son contribuciones primordiales para el desarrollo económico y bienestar de la sociedad; sin embargo, estas obras denotan matices de exclusión entre municipios en función de su disponibilidad de agua. Las formas de apropiación de este líquido, las escasas medidas para protegerlo y la limitada disponibilidad que algunos municipios sinaloenses padecen recurrentemente son señales de que este recurso se está perfilando como una inevitable "tragedia de los recursos comunes".
El agua de los municipios de montaña es retenida el tiempo necesario en los embalses y después es liberada de acuerdo con los requerimientos programados de los cultivos del ciclo correspondiente. Este control es una forma especial de despojo, cuya externalidad negativa se expresa como una contracción crónica de los sectores productivos que se encuentran en condiciones económicas desventajosas de aquellos municipios despojados. El agua sustraída y que fluye hacia los valles, donde se extiende el complejo sistema de cultivo de hortalizas, asume una especial metamorfosis de la que se desprenden beneficios estrictamente monetarios; es decir, es el proceso de dolarización del agua.
El agua bruta sustraída, al sumarse con las nuevas tecnologías agrícolas, despliega su productividad mediante mayores volúmenes de hortalizas. Sin embargo, el potencial intrínseco del líquido se cristaliza, como vegetal fresco, a muchos kilómetros de distancia de donde emanan sus vertientes, lo cual deja como efecto la huella de que alguna vez existió agua en ese territorio municipal. Este efecto es la huella hídrica. Dicho de otra manera, es el vaciamiento hídrico sistemático del territorio mediante la lenta sustracción de los inventarios de agua que le pertenecen a las comunidades, mientras que en los valles emergen y se desarrollan bienes y servicios gracias a ese líquido extraído.
Desde la irrupción de la agricultura comercial en los valles sinaloenses, ésta ha sido y sigue siendo la principal beneficiaria de los ríos. En este sentido, el proceso de desarrollo del modelo agrícola sustrae el agua mediante los cultivos intensivos de agua. Esta sustracción es una función de pérdida hídrica que se expresa mediante la huella de la pobreza hídrica. Ésta se entiende como el punto crítico que distingue a los municipios con procesos productivos diferenciados y desarrollo económico próspero, de otros con procesos productivos tradicionales y desarrollo económico precario.
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