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13 may 2009

Andrés Avila Akerberg

La problemática del agua en la frontera México-Estados Unidos

Andrés Avila Akerberg, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Circuito Mario de la cueva S/N, Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, México D.F. Tel. inst.: 56229412, Tel. part. 41675315, Cel.: 044 5554040514; Dir. priv.: Av. Libertad 100, Ed. 34-2, Pedregal de Carrasco, Coyoacán, CP 04700, México D.F.;
aaandres@hotmail.com

En la frontera México – Estados Unidos existen condiciones que hacen del agua un asunto de seguridad nacional. En principio, las condiciones climáticas son desfavorables al situarse esta delimitación geográfica en una región con climas áridos y semiáridos. Asimismo, se prevé que estas condiciones, como consecuencia del aumento de la temperatura en el planeta, van a tornarse aún más graves pues repercutirán en menor disponibilidad de recursos hídricos y mayor aparición de sequías. La más reciente controversia entre México y Estados Unidos en torno al agua en la frontera (ciclos 25 y 26) fue causada por un largo período de sequía que impidió a México saldar sus adeudos de agua del bajo río Bravo. Esta situación ocasionó movilizaciones sociales en ambos lados de la frontera y una serie de declaraciones acusatorias entre políticos mexicanos y estadounidenses que fueron más allá del tono diplomático.
Existen otras variables que generarán mayor presión sobre los recursos hídricos compartidos por México y Estados Unidos y con ello mayores posibilidades de conflicto. Una de ellas es el crecimiento demográfico. Las grandes urbes fronterizas han mantenido un continuo crecimiento desde hace varias décadas ya que se han convertido en áreas de oportunidad por ofrecer muchas fuentes de empleo. Igualmente, la proximidad con Estados Unidos le brinda un atractivo adicional a aquellos que pretenden migrar hacia ese país pero terminan quedándose del lado mexicano. Este aumento en el número de habitantes en la región implica mayor demanda de agua lo cual ha generado una presión adicional sobre un recurso de por sí limitado.
La economía fronteriza constituye otro elemento que tiene implicaciones para el agua de esa zona y, eventualmente, para la seguridad nacional. La región ha experimentado un constante crecimiento económico. El desarrollo de esta zona se ha dado principalmente por la presencia de la industria maquiladora de exportación, la cual representa cerca del 80% del total nacional. Esta industria impacta en los recursos hídricos por aumentar la demanda del recurso, pero también, y más importante, por la cantidad de residuos que descarga sobre éste: la contaminación generada por las actividades económicas contribuye de manera negativa a la calidad del agua, un mal que aqueja a la región. Asimismo, las implicaciones de la escasez del agua en la economía de la región tendrían impactos en el país ya que esta área aporta cerca de una cuarta parte del PIB de México.
El agua en la frontera es un asunto de seguridad nacional para ambas naciones. Por la simple razón de ser un recurso compartido se corre el riesgo de que existan alteraciones en su disponibilidad y por lo tanto potenciales conflictos. Así como México podría dejar sin agua a millones de habitantes del sur de Texas de no pagar su cuota del río Bravo de acuerdo con el Tratado de 1944, Estados Unidos podría hacer lo mismo con el agua del río Colorado en la región de Baja California y Sonora. Afortunadamente para México, a pesar de que tanto el río Bravo como el Colorado nacen en Estados Unidos, por lo que este país tendría condiciones ventajosas para alterar los cauces de esta agua a su favor, a partir de Fort Quitman, el cauce del río Bravo se alimenta casi exclusivamente de afluentes mexicanos, lo cual le otorga mayor independencia. Sin embargo, por razones obvias, un potencial enfrentamiento con Estados Unidos, cualquiera que sea, sitúa a México en una posición desventajosa.

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